Grabamos, borramos, solo los instrumentos saben lo que nos dijimos. Los malones, los ladrones, anillos en una isla de cuero y un campo que se transforma en ciudad a las 8, pero a las 6. Y los Beatles aúllan, se convirtieron en lobos. Los corremos para poder escucharlo, tocando ahora la guitarra en su nuevo sillón rubio, intentando fumar el peor tabaco armado en la historia de un viernes en el que iba a estar solo.
Los rulos, Baudelaire, la casa antigua, el piano, el vino, seguir subiendo por más y más escaleras, hasta mojarme los pies para mirar la luna desde su propio Paris.