martes, 19 de enero de 2010

Despacio

Bajó las persianas con mucho cuidado. Por alguna razón era importante no hacer ruido. Era parte del proceso.
Apagó la luz. Se sentó en el rincón abrazando sus rodillas. Al cerrar los ojos exhaló. Imaginó como el sonido del aire abandonando su cuerpo desplazaba la oscuridad. La obligaba a moverse por un instante para que regresara, lenta y paciente, a su lugar.
Deseaba desaparecer. Deseaba que desaparezca el mundo, lo que el mundo significaba. Tal vez si se queda un rato así, en la esquina, en silencio, en penumbras. Tal vez todo desaparezca.

Más tarde se levanta. Prepara un mate y acomoda la silla de lona en el balcón. Por lo menos le queda un libro. Por la noche volvería a intentarlo.

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